Pasar al contenido principal

A menudo se habla de la necesidad de despertar vocaciones STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics) entre las jóvenes y estudiantes universitarias para cerrar la brecha digital de género que existe entre las profesiones del ámbito tecnológico y científico, y que impacta directamente en el crecimiento y competitividad de la economía mundial. Con el objetivo de poner en valor el papel de las mujeres en el sector de las ciencias de la vida y de la innovación en salud ante este reto, hemos entrevistado a una selección de directivas que surgen de la hornada de emprendedoras más reciente de la BioRegión. 

Queremos saber qué motivaciones las llevaron a escoger una carrera profesional relacionada con la ciencia y, también (a través de su visión y experiencia), qué carencias y oportunidades de mejora ven necesarias para normalizar la presencia de referentes femeninos y, en especial, en cargos de decisión en el sector.

¿Una vocación desde la infancia?

Algunas lo tenían claro: «¡Siempre científica! Siempre he tenido esta curiosidad por descubrir; estas ganas de aventura», contesta eufórica Carolina Aguilar, CEO y cofundadora de InBrain Neuroelectronics. Otras, de pequeñas querían ser maestras, como Ivelisse Sánchez, cofundadora de Biointaxis , o Noemí Balà, CTO y cofundadora de Aortyx. Sánchez matiza: «Me quería comer el mundo en muchas disciplinas, dependiendo de la edad», y Balà nos explica que «de pequeña solo quería enseñar. Después, en el bachillerato quería ser médica. Pero no estaba segura porque soy un poco sensible. Pensé que me gustaría más ayudar desde otro punto de vista: creando tratamientos y buscando soluciones para los pacientes. Por eso decidí estudiar química». Esta vocación médica frustrada la comparte con Elisabeth Bosch, CEO y cofundadora de The Sampling Solutions:«Mi ilusión era ser médica, pero cuando en clase de biología me tocó diseccionar una rana y me desmayé, me di cuenta de que no podría soportar la sangre. Por eso opté por las ciencias puras (química y bioquímica)». Sin embargo, Alicia Martínez, CEO de Time is Brain, tenía claro que sería médica desde que tenía 8 años. «Soy una persona bastante obstinada; no paro hasta conseguir lo que me propongo». 

También encontramos casos en los que la ciencia no era su primera opción, como Judit Camargo, CEO y fundadora de Roka Furadada, («No tenía una vocación científica clara. Me gustaba mucho la profesión de mi padre, que trabajaba en una empresa de exportación e importación») o Patricia Villagrasa, CEO y cofundadora de Reveal Genomics («Durante mucho tiempo tuve el sueño de ser pilota. Siempre me había generado mucha curiosidad cómo éramos capaces de volar»).

En otros casos, como el de Maria Eugenia Martín, CEO y cofundadora de ColorSensing y Roser González, CEO de DBGen Ocular Genomics, no estaban seguras. «No lo tenía muy claro. Sabía que quería tomar decisiones, organizar los juegos...», comparte Martín. González recuerda: «Cuando era pequeña me interesaban muchas cosas: la historia, la literatura, las matemáticas... en aquel momento yo no tenía claro lo que me gustaría hacer. El problema fue escoger después».

Sea como fuere, muchas coinciden en que lo que les interesaba de la ciencia era poder «entender el “porqué” de las cosas», como resume Camargo. «Lo que más me gustaba, y me continúa gustando, era poder aprender», ratifica Villagrasa. Martín (ingeniera) afirma que escogió bien, «porque te permite tocar muchos palos diferentes, y eso es lo que más me gusta». Alícia Martínez y Nuria Pastor, CEO y cofundadora (respectivamente) de HumanITcare, recuerdan la influencia de los libros y de la televisión. «Me llamaba mucho la atención cuando veía en la televisión o en los libros a personas capaces de hacer cosas nuevas a partir de la nada. De inventar algo que pudiese curar o ayudar a resolver un problema. Lo veía como algo muy extraordinario», recuerda Martínez. 

La brecha de género en la alta dirección y la falta de referentes femeninos

Todas ellas, por un camino u otro, acabaron escogiendo carreras científicas o tecnológicas y dieron el salto al mundo empresarial. Los cargos directivos continúan estando mayoritariamente ocupados por hombres, coinciden en señalar gran parte de ellas, «sobre todo en las empresas con más recorrido», puntualiza Martínez. Y continúa: «Generalmente, tus interlocutores (sobre todo con cargos directivos) continúan siendo hombres. Esto provoca que incluso acabes modificando tu manera de actuar. Por ejemplo, en el momento de articular tus propuestas, o de opinar, incorporas aptitudes más “masculinas”. Y eso te enriquece», opina. Camargo comenta que en las empresas grandes «sí que hay muchas mujeres; falta que lleguen a cargos de decisión. En cambio, a la hora de crear una empresa sí que somos bastante minoritarias. Obviamente, todo el mundo debe hacer lo que le guste, pero estaría muy bien que hubiese más mujeres». González comenta: «La mujer debería recibir más apoyo; se habla mucho de ello, pero no lo recibe. La situación es difícil, sobre todo si hay hijos de por medio». Villagrasa reflexiona que quizás toda esta situación «está promovida por los roles sociales que nos marcan desde que somos muy pequeños, en los que las niñas son conducidas hacia unas trayectorias y los niños a otras. Es una pena, pero continúa siendo así», y añade que «las mujeres no pudieron ir a la universidad hasta finales del siglo XIX. ¡Todo lo que se ha perdido la humanidad! ¿Sabéis dónde estaríamos ahora si pudiésemos haber accedido igual que los hombres?».

¿Qué se podría hacer para revertir esta situación? Martín pide «políticas que potencien la conciliación, en vez de insistir en discursos enfocados a qué es lo que deben hacer las mujeres y qué deben estudiar las niñas», propuesta secundada por la opinión de Pastor: «Creo que la conciliación familiar tiene mucho que ver con esto. Los hombres tienen más facilidad para tener tiempo y poder soportar mayores cargas de trabajo».  González incide en la misma idea: «Creo que los políticos deberían reflexionar mucho más seriamente sobre por qué determinados consejos de administración solamente tienen un 10 % de mujeres, sobre por qué hay profesiones que están tan masculinizadas...». Aguilar propone que la situación «se debe cambiar desde las mujeres, desde la colaboración con los hombres y desde la apreciación de la diversidad». Y en cuanto a la formación, Martín defiende que «no solo debemos motivar a las niñas para que estudien carreras científicas, sino también a los niños a estudiar carreras como enfermería u otras opciones relacionadas con el cuidado (tradicionalmente feminizadas). Será entonces cuando consigamos cierto equilibrio».

Otra idea recogida por la mayoría de entrevistadas es la necesidad de mostrar referentes. Sánchez señala: «Faltan muchos modelos femeninos a seguir que permitan tomar mejores decisiones y no cometer los mismos errores. Y que al final tengan más libertad para escoger lo que realmente quieren. No es que ahora no puedan hacerlo, simplemente sienten que no es una opción disponible por el hecho de no ver más mujeres ocupando estas posiciones». Balà lo confirma: «Como parece que las grandes empresas están dirigidas por hombres, no te da la sensación de que haya mujeres llevando a cabo este trabajo. Faltan referentes y visibilidad». Camargo mira con esperanza hacia el futuro: «Organizaciones como Biocat favorecen el crecimiento de este ecosistema, generando más oportunidades y visibilizándolas. De esta manera en el futuro habrá más niñas que verán que este sector es una posibilidad para trabajar y llevar sus propios proyectos». 

El apoyo de Biocat

No podíamos perder la oportunidad de preguntar cómo creen que contribuye Biocat en esta línea. Camargo explica: «Pienso que Biocat está haciendo muy buen trabajo. Entre todos estamos contribuyendo a hacer que de aquí a unos años seamos el Boston del sur de Europa». Por su experiencia, Aguilar opina que «innovar es difícil, incluso en grandes corporaciones. Se necesitan incubadoras en las que puedas investigar y desarrollar tecnologías transformadoras. Cuando fundamos Inbrain Neurolectronics pensamos que podríamos ayudar a este ecosistema en Cataluña. Y aquí es donde comenzó mi relación con Biocat».

En cuanto a financiación, Sánchez afirma que «nos han ayudado a conseguir inversores, a formarnos sobre cómo interaccionar con ellos, o a hablar un lenguaje más adecuado para el mundo empresarial».

En la vertiente de proyección, Martínez destaca que «desde nuestra creación estamos en contacto con Biocat, nos informa de convocatorias, programas y nos hace difusión en su red de inversores». «Y el hecho de estar vinculados con  EITHealth ha supuesto un altavoz para dar a conocer nuestra iniciativa y conocer nosotros mismos a gente del ecosistema», comparte Pastor. Villagrasa se centra en el aspecto empresarial y formativo: «Al venir del mundo del laboratorio, me ha ido muy bien contar con Biocat para conocer opciones en el sector empresarial. Creo que cumple una labor formativa muy importante, sobre todo para las personas que venimos del entorno científico».

¿Necesitas más información?

Contacta con nuestro equipo

Contáctanos
silvia labe 2
Silvia LabéDirectora de Marketing, Comunicación, e Inteligencia Competitivaslabe@biocat.cat
Laura Diéguez
Laura DiéguezResponsable de Prensa y Contenidos(+34) 606 81 63 80ldieguez@biocat.cat
Suscríbete a nuestras newsletters

Toda la actualidad de Biocat y del sector de las ciencias de la vida y la salud en tu badeja de entrada.