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Dr. Ignasi Belda

director general de Intelligent Pharma y Premio BioEmprenedorXXI 2008


Artículo de opinión

A menudo, los científicos que trabajamos o nos formamos en las universidades o institutos de investigación nos gusta tener la capacidad de transmitir de manera directa y rápida nuestros avances a la sociedad y, más aún, cuando estos avances son en áreas tan importantes como la salud y el bienestar.

Desde el mundo académico conseguir este objetivo suele ser un proceso complejo y con infinidad de obstáculos. Entre otros motivos, por la limitada capacidad de la universidad para levantar fondos, por la orientación académica a la investigación básica más que a la investigación aplicada, y por la poca orientación al mercado que impera en este ambiente. Son factores intrínsecos, inevitables e, incluso, deseables en la academia. Por ello, cuando los científicos queremos aplicar nuestros avances en la comercialización de nuevos productos o servicios que puedan aumentar la calidad de vida de las personas, nos vemos obligados a vehicular nuestra iniciativa a través de compañías privadas que, en muchos casos, son fundadas por los mismos investigadores y científicos.

Fundar, administrar y gestionar empresas no es una tarea compleja, simplemente es diferente de lo que un científico está acostumbrado a hacer. De hecho, siempre me gusta poner el ejemplo de que si un científico ha tenido la capacidad de aprender a resolver ecuaciones diferenciales durante la carrera, no tendrá ninguna dificultad en aprender a calcular el EBITDA de una empresa. Pero, eso sí, primero alguien le debe enseñar a hacerlo.

Por supuesto, todos los sectores económicos tienen peculiaridades que los hacen únicos. Sin embargo, las escuelas de negocio han conseguido diseñar planes de estudio generalistas para formar directivos y gestores de una manera genérica, con capacidad de adaptar sus conocimientos a sus negocios. A pesar de ello, se coincide en que el sector de las ciencias de la vida es un sector con diferencias tan marcadas respecto al resto de sectores económicos, que es completamente necesario formar directivos en esta área con formación especializada y no genérica.

De hecho, los expertos en finanzas formados en las mejores escuelas de Europa se les hace difícil, sino imposible, imaginarse como debe ser la gestión financiera de una empresa que está siete años sin facturar, pero que el octavo año recibe una, y sólo una, factura multimillonaria (caso típico de una biotec que desarrolla un fármaco y lo licencia en fase clínica II). Y lo mismo puede decirse del marketing, de la gestión de recursos humanos o, incluso, de la gestión del conocimiento.

Por todos los motivos anteriores, era necesario en Cataluña una iniciativa de acompañamiento y asesoramiento de directivos especializada en ciencias de la vida, acción que no deja de ser un elemento imprescindible para lograr la construcción de un clúster total. Precisamente, es esto lo que se persigue con la iniciativa BioEmprenedor XXI. Si además tenemos en cuenta que el espíritu empresarial y la creación de empresas ha sido, en gran medida, el motor económico y social de los últimos 400 años en nuestro país, la iniciativa BioEmprenedor XXI consigue asociar esta tradición con los nuevos conocimientos que se van construyendo en las universidades y centros de investigación de nuestro entorno, todas ellas de primer nivel científico. De la combinación de estos factores surge el reto de conseguir que Cataluña sea uno de los núcleos mundiales de la biotecnología. Son iniciativas como ésta, que potencian los nuevos sectores económicos relacionados con el conocimiento, las que tendrán un papel preponderante en la superación de la gran crisis global que vivimos actualmente.

Dicho esto, sólo me queda mencionar que ya se ha presentado la segunda edición del programa de acompañamiento y asesoramiento de bioempresas, BioEmprenedor XXI, en el que este año Biocat tiene una implicación directa en la gestión y promoción, lo que consolida la posición de liderazgo de esta iniciativa única en nuestro entorno. Finalmente, no me gustaría terminar sin dar un consejo a los nuevos bioemprenedores: "dada la complejidad y superespecialización de nuestro sector, no os preocupéis de saber todas las cosas, sino de conocer qué es lo que no sabéis, porque sólo así podréis contratar, de manera óptima y rápida, las personas que suplan vuestras carencias".

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