"La existencia de un colectivo de científicos independientes que ayuden a la población y los representantes políticos a tomar decisiones es esencial"
Comité de Ética y Nuevas Tecnologías de la UE
Profesor de investigación del CSIC y director del Centre de Recerca en Agrigenòmica (CRAG) del CSIC-IRTA-UAB. Ha sido presidente de la Societat Catalana de Biologia y miembro del Comité Científico Director de la Unión Europea. Actualmente forma parte del Grupo Europeo de Ética de las Ciencias y Nuevas Tecnologías de la Unión Europea.
Usted es consultado por la Unión Europea en temas de nuevas tecnologías. ¿Qué implica esta responsabilidad a nivel de posicionamiento?
La responsabilidad que implica es la de tratar de formular una opinión sobre temas complejos en el entorno europeo, de forma que sea útil para aquellos que tienen que tomar decisiones. Los científicos esto debemos hacerlo con el mayor rigor posible y la máxima independencia de criterio.
Su investigación se dirige a la genética molecular de plantas. ¿Cuáles son los ámbitos de aplicación de sus trabajos?
Nuestro trabajo está dirigido a aumentar nuestro conocimiento sobre las plantas. A veces no nos damos cuenta que nuestra alimentación depende de les plantas, éstas son los mejores reactores solares y son un componente esencial de los equilibrios ecológicos del planeta.
Últimamente ha llegado al Parlamento catalán una propuesta popular de pedir que Cataluña esté libre de transgénicos. Y también hay países que han hecho esta petición a la Unión Europea. ¿Qué opina usted? ¿Qué implicaciones tendría una decisión así?
Yo creo que es un derecho de los ciudadanos de Cataluña. Espero que, cuando el Parlamento tome sus decisiones, lo haga habiendo adquirido la máxima información posible. Estoy seguro que, desde la comunidad científica, todos estamos dispuestos a informar al Parlamento si así nos lo pide. Otros casos en que se han planteado en Europa cuestiones similares no han acabado teniendo ningún efecto práctico.
¿Cómo se vive este debate en Europa y en el resto del mundo?
El debate en Europa continúa siendo muy complicado. Se mezclan muy diversas cuestiones acerca de nuestras relaciones con los alimentos y con la agricultura, en un contexto de percepción de descontrol y falta de credibilidad de las instituciones, y sobre todo de las grandes compañías. Además, intervienen los intereses de las compañías implicadas en diferentes niveles de la cadena alimentaria, e intereses políticos y de organizaciones de toda clase.
En el resto del mundo hay países que van siguiendo su vía dentro de un marco regulatorio propio, como Estados Unidos o China, y otros que son exportadores hacia Europa y deben seguir sus criterios. No estamos en una situación estabilizada.
Parece que el panel científico de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no ha probado que existan riesgos con los organismos modificados genéticamente (OMG) ¿Cuáles son para usted los beneficios y los peligros de éstos?
Que hay beneficios está claro, dado que hay agricultores que compran las semillas y cultivan las plantas. Esto pasa en más de un centenar de millones de hectáreas alrededor del mundo. Esencialmente, son los agricultores y productores de semillas los beneficiaros directos, pero indirectamente su cultivo ha servido para evitar aumentos mayores de los precios agrícolas. Toda nueva tecnología presenta ciertos riesgos. Las actuales regulaciones deberían servir para minimizarlos y la experiencia demuestra que por ahora han sido eficaces.
¿Por qué cuesta tanto comunicar los beneficios a la población?
El público no ha tenido hasta ahora conciencia de la necesidad de mantener una agricultura con un alto nivel productivo. Y los beneficios no aparecen directamente. Por otro lado, ha habido grupos muy activos que han amplificado los posibles riesgos.
Los científicos son el referente a escuchar. ¿Usted cree que esto es así en realidad, o se sienten poco consultados por los políticos en estos debates? ¿Cree que se está abriendo camino en esta dirección?
La existencia de un colectivo de científicos independientes que ayuden a la población y los representantes políticos a tomar decisiones es esencial. En estos temas las posiciones científicas han sido expresadas a todo nivel de forma repetida y constante. Me temo que estas opiniones tan sólo se escuchan cuando conviene.
Hay consideraciones éticas presentes en muchos de los ámbitos de aplicación de la biotecnología y la biomedicina. ¿Cómo trabaja la Comisión para valorar les implicaciones de la investigación y las innovaciones en estos ámbitos? ¿Y qué mecanismos correctores se aplican?
Efectivamente, la biotecnología plantea dilemas éticos que diferentes sociedades tratan de resolver en función de sus propios valores. En toda Europa, y ahora incluso en España, se han creado instancias de reflexión sobre estas cuestiones. La experiencia demuestra que estas comisiones suelen ser útiles para profundizar en las cuestiones que se plantean y para plantear opciones que pueden acabar convirtiéndose en leyes o directrices.