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Redacción

En los casos de infarto de miocardio donde la afectación del músculo cardíaco es muy importante, la única forma de recuperar la salud del paciente es mediante un trasplante de corazón. Aunque se conoce bien la técnica, el 50% de los pacientes trasplantados mueren antes de los 10 años y sólo un 20% están vivos 20 años después. Así pues, el trasplante de corazón no puede ser considerada la mejor solución en el caso de las cardiopatías severas.

La medicina regenerativa (métodos que combinan la terapia celular con materiales para mejorar las funciones biológicas) promete soluciones esperanzadoras en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca, pero la falta de uniformidad y de acuerdos sobre los métodos utilizados dificulta la comparación de resultados obtenidos en el laboratorio.

Durante las jornadas Unsolved Problems in Heart Repair organizadas por B·Debate y el Vall d'Hebron Institut de Recerca (VHIR) del 28 al 30 de noviembre en el CosmoCaixa Barcelona, más de 30 expertos nacionales e internacionales han discutido sobre la investigación básica en torno a la terapia celular para regenerar el miocardio, los estudios clínicos que se están realizando para que estas terapias sean seguras y efectivas, y los aspectos éticos y las modificaciones del marco legal vigente necesarias para aplicarlas de forma generalizada.

El líder científico del encuentro ha sido Manuel Galiñanes, director del Departamento de Cirugía Cardiaca del Hospital Universitario de la Vall d'Hebron y director del Grupo de Investigación de Terapia Reparadora del Corazón del VHIR.

Varios estudios clínicos realizados demuestran que cuando se insertan células madre en un corazón que ha sufrido un infarto, la función cardíaca mejora. Lo que aún no está claro es el mecanismo por el cual se produce esta mejora. Por un lado, es posible que estas células suplan la función de las dañadas. Por otro, es posible que se produzca un efecto paracrino y que la actividad de las células implantadas estimule la recuperación de células propias de las zonas afectadas.

Los expertos quisieron identificar el tipo celular que ofrece mejores resultados. Las células de la médula ósea, pero también las células provenientes del tejido adiposo o del músculo estriado podrían ser buenos candidatos. Las de cordón umbilical o las iPS (células madre pluripotentes inducidas que provienen de células adultas) también ofrecen sus pros y contras.

En la sesión dirigida por Andre Terzic, director del Centro de Medicina Regenerativa de la Mayo Clinic (Estados Unidos), se puso sobre la mesa la posibilidad de que el sistema más adecuado sea una mezcla de diferentes tipos celulares. Es importante regenerar el corazón, pero también lo es la preservación de las células presentes, ya que cuando se introducen nuevas células se observa un efecto paracrino, donde las afectadas por la cardiopatía recuperan parte de su actividad original.

Uno de los problemas de esta terapia es que las células alogénicas (provenientes de donantes) insertadas en el corazón son eliminadas por el sistema inmune del paciente. Hay aspectos genéticos que participan en la respuesta inmune (ABO, el MHC-HLA y el MHC). Dominique Charron, presidente del consejo asesor del BiobancUSA, mencionó que hay que tomar medidas para que esto no se produzca y tener en cuenta que ya hace años que se hacen trasplantes de corazón y se han conseguido herramientas para evitar el rechazo.

Según Massimiliano Gnecchi, profesor del Departamento de Cardiología de la Universidad de Pavia (Italia), los tests in vitro podrían convertirse en una buena manera de predecir el resultado clínico y funcional de la terapia celular en el paciente, previamente al laboratorio.

Bernardo Nadal-Ginard, la primera persona que promovió la idea de la capacidad regeneradora del miocardio, destacó que si queremos regenerar un tejido, antes de intentar curarlo, debemos conocer en profundidad su biología. El objetivo de la regeneración del miocardio debe pasar por tratar de proteger y estimular las células madre endógenas que ya tenemos en el corazón.

Sobre cuál es el momento óptimo para la aplicación de células terapéuticas en un modelo animal, Stefan Janssens, profesor de Medicina en la Universidad de Leuven (Bélgica), dijo que la ventana de tiempo es muy pequeña. En los modelos animales con los que se trabaja se observa que una vez ha pasado la inflamación aguda, la relación entre el esfuerzo y la mejora se reduce de forma importante.

También se trató la importancia de la dosis y la composición de la terapia celular. El volumen de células varía en función del tamaño de los animales con los que se experimenta. Las diferencias en el volumen de un modelo animal a otro dificultan el diseño de tests que sean válidos para compararlos y extraer conclusiones. Otro de los temas de debate ha hecho referencia a que ninguna población de células madre que se pueda administrar es homogénea.

En las siguientes crónicas encontrarás las declaraciones más destacadas de los ponentes:

También puedes seguir el debate en Twitter @BDebate a través de la etiqueta #BDebate

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