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REDACCIÓN

La molécula LA419, descubierta y patentada recientemente por Laboratorios Lacer, podría tener efectos protectores y reparadores frente a enfermedades cerebrovasculares como el ictus y el Alzheimer, según los resultados preliminares del estudio que está llevando a cabo el departamento de I+D+i de la farmacéutica catalana y el grupo de investigación del departamento de Neurobiología molecular del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El objetivo de la investigación, que se inició hace un año, es identificar nuevas aplicaciones de esta molécula con acción vasodilatadora, proangiogénica (permite la formación de vasos sanguíneos a partir de vasos preexistentes) y antiapoptótica (evita la muerte celular) para prevenir patologías neurovasculares y paliar sus efectos. Los investigadores que dirigen el estudio son la Dra. Marisabel Mourelle, por parte de Lacer, y el Dr. Ricardo Martínez-Murillo, del Instituto Cajal del CSIC.

Mourelle es autora de un centenar de publicaciones en revistas científicas de prestigio internacional como Circulation, Hypertension y Gastroenterology, y figura como inventora en 16 patentes de nuevas entidades químicas que incluyen nuevos analgésicos o nuevos productos antidiabéticos. Las principales líneas de investigación del Dr. Martínez-Murillo giran en torno a los procesos neuropatológicos como la isquemia cerebral y el Alzheimer; es autor de un centenar de publicaciones en revistas internacionales como Neuroscience, Brain Research o Journal of Neuroscience Research, y ha dirigido más de 30 proyectos de investigación.

Las investigaciones realizadas permiten tener expectativas prometedoras sobre nuevas aplicaciones de la molécula LA419, cuya eficacia ya ha sido demostrada en el tratamiento de otras enfermedades cardiovasculares. En el caso del ictus, la administración de la molécula podría tener un efecto preventivo frente a la enfermedad y actuar como agente terapéutico en su tratamiento. Así lo establecen los primeros resultados del estudio en laboratorio, que sugieren que la administración de la molécula 15 minutos después del ictus reduce de forma significativa el volumen del edema vascular, lo que permitiría una reducción muy importante de las secuelas neurológicas incapacitantes derivadas del infarto cerebral. Los ensayos realizados han demostrado que la molécula, que tiene propiedades antitrombóticas y antiisquémicas (evita la disminución del flujo sanguíneo), no modifica la presión arterial, por lo que se perfila como un posible agente terapéutico en el tratamiento del ictus.

En relación al Alzheimer, los científicos están analizando los potenciales efectos de la molécula LA419 sobre la capacidad de aprendizaje y memoria en animales de experimentación. Gracias a sus reconocidas propiedades antioxidantes, la molécula puede atrapar e inactivar los radicales libres y otras sustancias oxidantes que dañan las membranas celulares y que, en el caso de las neuronas, provocan envejecimiento cerebral. La investigación pretende determinar las posibilidades de uso terapéutico de este producto mediante los estudios preclínicos que ya se están realizando.

La OMS prevee que los casos de ictus aumentarán un 27% los próximos 15 años

Tanto el ictus como el Alzheimer son dos enfermedades cerebrovasculares graves que cada año alcanzan a un importante grupo de población. En el Estado español, el Alzheimer afecta entre 650.000 y 800.000 personas, según datos de la Fundación Alzheimer. El informe presentado en pasado mes de julio en la Conferencia Internacional de la Asociación del Alzheimer concluye que, después del cáncer, ésta será la enfermedad más temida por los españoles.

En España, el infarto cerebral afecta cada año a 130.000 personas, de las que 8.000 fallecen o quedan incapacitadas, según el Registro Nacional de Ictus elaborado por el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN). La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que estas patologías ya representan la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa en discapacidad física en adultos y la segunda en demencia. Las previsiones de la OMS  apuntan a que durante los próximos 15 años la incidencia del ictus en la población mundial se incrementará en un 27%.

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