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Dr. Joan Bigorra
Director de Innovación del Hospital Clínic de Barcelona

La investigación biomédica y clínica vive un momento de cambios debidos a los nuevos conocimientos en las bases genéticas y moleculares de las enfermedades y el desarrollo de las tecnologías de la información y de la imagen. Las nuevas tendencias apuntan hacia un nuevo modelo en el que los hospitales, y también otros niveles asistenciales, pueden y deben jugar un papel trascendente.

Los descubrimientos en aplicaciones terapéuticas realizados en los últimos 30 años se han basado fundamentalmente en el progreso de la investigación biológica y biomédica y en el conocimiento de los receptores y los sistemas enzimáticos. El modelo general, sin embargo, se ha basado en la química orgánica, en una gran capacidad de screening y en el desarrollo secuencial, primero experimental y después clínico, de los medicamentos y terapias a fin de permitir su comercialización y la aplicación a los enfermos, con gastos masivos en marketing y ventas por parte de las empresas del sector. El papel de los hospitales en este modelo ha sido limitado a la prestación de servicios en los ensayos clínicos y la contribución de los médicos a la difusión del conocimiento sobre las novedades terapéuticas.

Desde hace unos años este modelo ha cambiado radicalmente debido a los recientes avances en nuestros conocimientos en las bases moleculares de las enfermedades. Ésto hace que la colaboración entre la investigación clínica, la biomedicina y, cada vez más, la bioingeniería sea un imperativo para la investigación y la innovación competitiva en medicina. Una medicina que tiende a ser cada vez más predictiva, preventiva, personalizada y participada.

El otro gran cambio es la convergencia entre la biología y la ingeniería de la mano de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la imagen, que en medicina significa la digitalización de la información y el desarrollo de redes inteligentes para compartir esta información. Este hecho permitirá la introducción de muchos otros cambios organizativos y tecnológicos de un gran alcance. También facilitará la disponibilidad de información a los enfermos y su participación en la gestión de su propia salud.

El nuevo modelo pasa, pues, por el desarrollo de la medicina molecular y de la medicina digital integradas en un modelo organizativo centrado en el enfermo que tenga en cuenta las necesidades de los profesionales. Ésto sin duda llevará tiempo, ya que implica cambios muy relevantes. La gran diferencia entre este modelo y el anterior es que cada vez más la investigación y la innovación, tanto en diagnósticos como en tratamientos, pasa por buscar auténticas alianzas entre la industria, la academia y las instituciones sanitarias, ya que por definición la centralidad en el enfermo no se puede encontrar sólo en el laboratorio. Esta innovación abierta, con una cooperación estrecha entre la academia, el ámbito asistencial y el sector industrial, parece ser el más adecuado, y quizás el único posible en este nuevo escenario, para introducir innovaciones competitivas en los mercados internacionales.

Cataluña dispone de una red de hospitales de primer nivel, muy buenos centros de investigación y centros tecnológicos y una base aún pequeña, pero muy dinámica, de empresas enfocadas a la biotecnología y las tecnologías médicas. Tenemos, pues, los ingredientes básicos. Tenemos que apoyar el talento emprendedor y fomentar los nuevos modelos organizativos y los incentivos (selectivos para aquellas instituciones con actividades de investigación e innovación en el territorio), para acelerar el proceso.

 


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