socio Director de Inveready Capital Company
Artículo de opinión
Cuando comienza un nuevo año es muy habitual tender a hacer un conjunto de buenos propósitos y promesas, habitualmente llenos de intenciones de carácter personal. Dada la situación económica que vivimos, no hay mejor deseo que mirar de garantizar una buena financiación para nuestra empresa.
En el caso del sector biotecnológico esta situación no es nueva. A diferencia de otros ámbitos que disfrutaron de un fácil acceso a fuentes de financiación los años de “vacas gordas”, el sector biotecnológico catalán quedó al margen de esta vorágine. Este hecho, puede abrir interesantes oportunidades para el año 2009, más allá del dicho “mal de muchos, consuelo de tontos”.
El otro día estuve hablando con un importante inversor de capital riesgo, acostumbrado a realizar operaciones por encima de 100 millones de euros con un elevado nivel de deuda. Durante los años gloriosos del capital riesgo (2004-2007), este inversor se centraba en invertir en compañías de cierta dimensión con un perfil de riesgo bajo y, por lo tanto, con una rentabilidad relativamente asegurada, pero también relativamente baja. La pregunta es: si la rentabilidad de la empresa era baja, ¿Dónde estaba el negocio? La respuesta a esta cuestión es sencilla. El 80%, o más, de los recursos que finalmente invertían provenían del propio endeudamiento de las compañías donde participaban. Esta deuda tenía un coste relativamente bajo, de tal manera que con un rendimiento de los activos de la compañía donde se invertía (7%-9%), los fondos de capital riesgo conseguían rentabilidades por encima del 25% anual.
Este mismo inversor me explicaba que, en estos momentos, contaba con varios centenares de millones de euros que tenía que invertir, pero que la crisis financiera hacía imposible continuar con su modelo de inversión tradicional. Considerando esta situación, se le planteaban dos opciones: devolver el dinero a sus accionistas e ir al paro, o bien invertir en sectores que no necesitan deuda (prácticamente imposible de conseguir en estos momentos) y que cuenten con un retorno esperado elevado.
Una vez descartada la primera opción por razones obvias, mi amigo proseguía explicando que nada más conocía dos tipos de compañías que cumpliesen las anteriores condiciones: (i) las compañías en crisis, las cuales nunca han recibido financiación bancaria (y que, dado que se compran a bajo precio, si uno es capaz de enderezar la situación el retorno puede ser muy elevado), y (ii) las compañías tecnológicas, especialmente las que pertenecen a sectores considerados anticíclicos (es decir, que se comporten bien en momentos de crisis). En este punto de la conversación, surgió por primera vez la palabra biotecnología, ya que este sector –me explicaba– cumple les condiciones anteriores.
A continuación, el inversor reflexionaba sobre el riesgo que suponía cualquiera de las dos opciones en relación a la inversión en las compañías donde estaba acostumbrado a invertir hasta el momento. Volvimos a hablar sobre biotecnología, ya que los dos éramos conscientes que, gracias a instrumentos públicos de financiación, la inversión en este sector podía contar con apalancamiento público, lo cual podría permitir cerrar el círculo y facilitar la entrada de capital en un sector con un elevado potencial de retorno y con un cierto grado de apalancamiento. Finalmente, y después de esta larga digresión, el inversor consideraba el sector biotecnológico como un claro candidato donde destinar sus recursos.
Y aquí tenemos la oportunidad que nos brinda la crisis en el sector biotecnológico catalán. Por primera vez en su carrera, el inversor se planteaba seriamente la inversión en biotecnología y, para esta decisión, el necesario acceso a financiación pública que permita apalancar las inversiones con el objetivo de incrementar el retorno esperado con el mismo nivel de riesgo.
En resumen, este 2009 puede abrir importantes oportunidades para las compañías biotecnológicas catalanas, concretamente, aquellas con un cierto grado de madurez. Si las diferentes administraciones públicas apuestan decididamente por el sector, me atrevo a vaticinar que el año 2009 nos traerá un buen puñado de operaciones de capitalización de compañías biotecnológicas y que, por primera vez en el sector, podremos ver algunas operaciones por encima de los 20 millones de euros gracias a la entrada de operadores de capital riesgo hasta ahora especializados en operaciones apalancadas en otros sectores. En este marco, considero que iniciativas como la nueva línea de préstamos sin intereses que recientemente ha lanzado ACC1Ó puede ser una buena oportunidad para dinamizar el sector. Ahora, más que nunca, la financiación pública puede facilitar la entrada al sector biotecnológico de nuevos “jugadores” que puedan contribuir a su financiación y consolidación.
El 2009 será un año muy difícil para los mercados financieros, quizás el más difícil que nunca hayamos vivido. También es cierto que la inversión privada en capital se verá dramáticamente afectada por la crisis. Pero lo que no podemos olvidar es que, históricamente, el sector biotecnológico catalán ha estado prácticamente al margen del desarrollo del sector financiero. En el año 2008 sólo el 0,3% de los fondos invertidos en capital riesgo se destinaron al ámbito biotecnológico. Por primera vez en su historia, y al tratarse de un sector cada vez más consolidado, la biotecnología puede resultar un atractivo para los inversores en un marco como el actual, en el cual la inversión en la bolsa o en el sector inmobiliario no presenta muy buenas perspectivas. Así, pues, hay que estar atentos para aprovechar oportunidades y no olvidar nunca que la perseverancia permite hacer cosas maravillosas.