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Olga Pol

 jefa del Grupo de Neurofarmacología Molecular del Instituto de Investigación Biomédica Sant Pau y el Instituto de Neurociencias-UAB


Artículo de opinión

El dolor crónico de origen inflamatorio (1) o neuropático (2) afecta a un alto porcentaje de la población y, pese a los importantes avances realizados, aún es difícil de tratar. La investigación en nuevas terapias es uno de los principales retos actuales en este campo.

En los últimos años, la biotecnología ha permitido incluir la genética y la plasticidad de los sistemas en la investigación sobre el dolor, lo que ha supuesto un avance importantísimo en la investigacion de nuevos tratamientos. Y en este sentido, debe tenerse en cuenta que el conocimiento de los mecanismos implicados en el desarrollo de un determinado tipo de dolor, el tipo de células afectadas (neuronales, inmunológicas, gliales...), la distribución exacta de estas células (sistema nervioso central, periférico...), qué genes se encuentran activados o desactivados en las células afectadas, qué proteínas se producen o no se producen en las células patológicas en comparación a las células sanas, es un requisito para poder diseñar y desarrollar nuevas terapias.

Hay que tener presente, también, que el uso de técnicas biotecnológicas ha representado un paso crucial para estudiar los mecanismos implicados en el desarrollo de diferentes tipos de dolor y buscar posibles terapias específicas para cada uno de ellos. Así, mediante el uso de microarrays —que permiten analizar miles de genes en una sola prueba— ha podido identificar cuáles son los principales genes implicados en el desarrollo de un determinado tipo de respuesta nociceptiva y cuáles son los genes capaces de inhibir la manifestación de un determinado tipo de dolor crónico. Por otra parte, mediante el uso de animales deficientes para uno o varios genes específicos (knockout) se ha podido demostrar la relevancia que puede tener un gen concreto en la manifestación de los principales síntomas de dolor. Por ejemplo, la utilización de animales knockout para el gen HCN2, ha permitido demostrar que la supresión de este gen en las neuronas nociceptivas abole los principales síntomas de dolor crónico de origen inflamatorio y neuropático, sin afectar la sensación de dolor agudo, indispensable para mantener intacto el sistema de alerta del organismo respecto nuevas lesiones o infecciones en la zona afectada.

La utilización de ARN de interferencia (siRNA, moléculas de ARN que suprimen la expresión de un gen específico) nos ha dado la posibilidad de identificar nuevos mecanismos moleculares implicados en el desarrollo del dolor crónico frente a diversos estímulos y ofrecer nuevas terapias génicas para su tratamiento. De esta manera, la manifestación reducida de dolor inflamatorio que se ha observado en animales tratados con un siRNA específico del gen que codifica para la subunidad NR1 del receptor NMDA, indica que la activación de este receptor participa en la hipersensibilidad inducida por una inflamación y sugiere que el tratamiento con siRNA anti-NR1 tiene un potencial valor terapéutico en el tratamiento del dolor inflamatorio crónico. Por otra parte, la aplicación de vectores de transferencia génica —capaces de liberar moléculas bioactivas de vida corta de forma localizada— ha permitido la entrega de neurotransmisores inhibidores y citoquinas antiinflamatorias en un lugar específico del sistema nervioso, de modo que se obtiene un efecto analgésico sin los efectos secundarios generados por la activación de sus receptores localizados en otras partes del sistema nervioso y/o en otros tejidos. Tenemos, pues, una herramienta relevante de terapia génica para el tratamiento del dolor crónico.

Los estudios genéticos y epidemiológicos realizados muestran que hay varios factores de riesgo que pueden contribuir a las diferencias entre individuos en cuanto a la sensibilidad al dolor, y ser responsables de la diferencia en la eficacia de los principales compuestos analgésicos utilizados en la práctica clínica para su tratamiento. Por ejemplo, un polimorfismo en el gen SCN9A juega un papel determinante en la respuesta diferente al dolor observada entre individuos, mientras que los polimorfismos en los genes COMT y OPRM1 están asociados a una eficacia analgésica reducida de la morfina. Así, la identificación exacta de diferentes polimorfismos puede ayudar a prever el surgimiento de dolor crónico ya establecer una mejor terapia individualizada.

Podemos concluir diciendo que la biotecnología, con el consiguiente desarrollo de herramientas cada vez más potentes, es fundamental para el avance en la investigación de nuevos tratamientos para el dolor crónico.

(1) El dolor inflamatorio está causado por la liberación de mediadores inflamatorios desde los tejidos dañados y de las células inmunes infiltradas, los cuales sensibilizan las terminaciones nerviosas nociceptivas causando hipersensibilidad.

(2) El dolor neuropático es causado por una lesión nerviosa, resultado de un trauma directo de un nervio o derivado de una enfermedad que afecta a la función nerviosa como la neuropatía diabética o la neuralgia postherpética, y se caracteriza por la presencia de alodinia (respuesta a estímulos normalmente inocuos), hiperalgesia (respuesta aumentada a estímulos nocivos) y dolor espontáneo.

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