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Agustí Montserrat

director de I+D de Danone Research Spain


Licenciado en ciencias  biológicas por la Universitat Autònoma de Barcelona, ?? Montserrat es el director de Investigación  y Desarrollo de Danone Research Spain  desde 2009.  Su  trayectoria  profesional  siempre ha estado vinculada a la empresa Danone,  donde  ha ocupado diferentes cargos de responsabilidad. Entre 1995 y 1999 se responsabilizó de la dirección del  Centro  Tecnológico del Yogur en Madrid (SITEX), y  entre 1999 y 2009 ejerció como director de I+D de Danone, S.A.


La investigación alimentaria, especialmente la centrada en los alimentos funcionales, los complementos nutricionales y la nutrigenómica, concentra la mayor parte de los proyectos de investigación que llevan a cabo las empresas que trabajan en el sector de la biotecnología verde. En estos momentos la biotecnología verde supone el 32,7% de la actividad empresarial de la BioRegión de Cataluña y la mayoría de estas empresas, el 22%, se centra en el ámbito alimentario relacionado con salud. Es un sector que dedica una fuerte inversión en I+D: 337.190 euros en 2007 según el estudio Innova 2009, y una buena parte de las empresas, el 20%, lleva a cabo actividades biotecnológicas.

Danone es una de las empresas alimentarias muy activas en la incorporación de la investigación biotecnológica en la mejora de sus productos. Hablamos con Agustí Montserrat, el director de Investigación y Desarrollo de Danone Research Spain, sobre los retos de la investigación en este ámbito.

¿Qué peso tiene la I+D en Danone?

Un peso fundamental. Empezamos en los años 70 cuando la preocupación fundamental de la industria alimentaria era la producción y la calidad. No se basaba en la innovación sino en hacer las cosas bien, la seguridad alimentaria. Era un momento en que los yogures duraban muy poco, se llevaban de tienda en tienda y si no se vendían en cuatro días se perdían. Después, en los años 80, llegó el desarrollo industrial y apareció la I+D, pero fundamentalmente la "D". Un interés creciente por desarrollar tecnología para que estos yogures que se morían por el camino pudieran durar más. A finales de los 80 también hubo un esfuerzo más conceptual y filosófico, se empezó a explicar que los yogures llevaban bacterias vivas y entender esto era un paso muy importante. Aunque hoy todo lo que suena a bacterias es malo, fue un cambio muy ruptural. Y eso lo conseguimos a través de innovaciones, lo explicamos con productos como el Bio (hoy Activia).

¿Y la innovación del siglo XXI hacia dónde va?

Iniciamos el siglo con una innovación orientada a desarrollar productos funcionales, los alimentos además de proporcionar vitaminas, proteínas, grasas, azúcares, etc., también pueden funcionar en el ámbito de la salud, para evitar desarrollar determinadas enfermedades. Es una innovación de salud.

¿La salud es la base de la innovación?

Sí, pero lo que intentamos hacer con nuestra innovación es encontrar un equilibrio entre el placer y la salud, por el hecho de ocuparnos de la salud no debemos disfrutar menos de lo que comemos.

¿Cómo acepta el consumidor esta innovación?

Los consumidores necesitamos tiempo para aceptar este cambio. La innovación en alimentación no suele ser de ruptura ya que la gente no acepta cambios radicales. La tradición alimentaria la llevamos en la médula ósea y cada vez que tomamos algo nuevo suele no gustar.

¿Os habéis encontrado con algún alimento innovador que no haya sido aceptado por el consumidor?

Sí, por ejemplo, un producto funcional como fue el Essensis, que no tuvo éxito. Era un producto que iba bien para la piel y del que habíamos realizado estudios clínicos durante dos años, pero el consumidor no respondió como esperábamos.

¿Y cómo ha vivido este fracaso?

No pasa nada, cuando innovas sabes que unos productos funcionarán y otros no. Buscamos la opinión del consumidor, pero a veces este opina más de acuerdo a los deseos que a lo que hará. El marketing de la investigación de opinión y la realidad no suelen ir juntos y en el caso de la cultura alimentaria aún menos. Estás muy pegado a las costumbres y cambiar cuesta mucho.

¿Danone se puede definir como una empresa de innovación alimentaria?

Sí, hacemos una gran inversión en innovación, el 1, 5% de la cifra de negocio la invertimos en I+D. Esto supone 17 millones de euros anuales sólo en España. Y es que más del 95% del coste de la investigación lo asumimos directamente, de hecho recibimos pocas subvenciones en este ámbito. En la I+D dedicamos recursos económicos y humanos, con unos equipos de profesionales de diferentes disciplinas, que trabajan en los diversos centros del Grupo Danone. En el Centro de Investigación y Desarrollo de Barcelona, ??en la antigua fábrica de Danone, trabajan 55 profesionales en diferentes proyectos de investigación, y en toda España hay más de 70 personas trabajando en innovación. El de Barcelona es el segundo centro de investigación del Grupo Danone después del de París, donde trabajan unas 500 personas.

¿La innovación de Danone es una innovación rupturista?

Cada año hacemos alrededor de 30 innovaciones, una o dos son de ruptura, el resto son renovaciones de las marcas existentes. En alimentación no puedes hacer más de una o dos innovaciones de ruptura al año, sino sería una locura para la empresa y para el consumidor.

¿En qué trabajan ahora?

En muchos productos nuevos desde la vertiente nutricional de los productos lácteos; con frutas y con productos funcionales y probióticos.

¿Cuántos proyectos de investigación tienen actualmente?

Actualmente tenemos unos 125 proyectos de I+D propios que estamos desarrollando desde el Centro de Investigación de Barcelona. A parte, en colaboración con otros centros y entidades de investigación, estamos trabajando en 12 proyectos más.

¿En qué colaboraciones está trabajando?

Como proyectos de investigación tenemos colaboraciones con dos centros del IRTA, con la Unidad de Rumiantes y el Centro de Nuevas Tecnologías (CENTA) de Monells, y también trabajamos con la Planta de Tecnología Alimentaria de la Universitat Autònoma de Bellaterra. A parte, hemos iniciado un proyecto con la Universitat de Lleida y mantenemos contactos fluidos y permanentes con entidades de Madrid y los centros tecnológicos del País Vasco, de Valencia y otras universidades.

¿Cuáles son los claves del éxito de la I+D de Danone?

La innovación debe estar integrada en todo el sistema de la empresa, no basta con que un departamento piense en innovar, y Danone tenemos la innovación totalmente integrada en todas las áreas de trabajo. Y otra cosa fundamental en innovación es ser atrevido, que el miedo al fracaso no te detenga. Cuando innovas muchas veces te equivocas por estar fuera de lugar y fuera de tiempo. La idea es buena, pero quizás no es el momento, incluso, ni por la propia empresa.

¿Fuera de tiempo y de lugar?

A nosotros nos ha pasado con los productos de soja. En los últimos 25 años hemos intentado poner productos de soja en el mercado. La primera vez que lo intentamos todo el mundo pensaba que la soja era un pienso para animales, y de hecho lo era. Nos encontramos que el consumidor medio no lo aceptó. Después hicimos un híbrido, un Activia con una parte de leche y una parte de soja, un producto que tenía un referente de sabor de soja. Poco a poco los gustos han ido cambiando, la introducción de la comida asiática en Europa ha hecho un hueco dentro del contexto de la alimentación y eso ha sido importante para este cambio alimentario. Hace tres o cuatro años lanzamos en el mercado productos de soja fermentados y fueron bien aceptados por los consumidores. Ahora tenemos en el mercado leche de soja, que se ha convertido en un producto de éxito. Si no hubiéramos insistido en otros momentos o espacios, nunca hubiéramos tenido éxito.

Por lo tanto, para innovar hay que tener paciencia.

Especialmente en el ámbito alimentario porque la gente no está preparada para hacer grandes cambios sensoriales. Hacía muchos años que ya sabíamos que la alimentación vegetal podría ser importante, pero teníamos que hacerlo sin romper la cultura del consumidor, del país. Y si esto lo trasladamos a los productos funcionales, la paciencia debe ser mayor porque tienes que aceptar que has tomado algo durante mucho tiempo porque sólo a largo plazo producirá el efecto deseado. Y eso es muy diferente de comer por placer, que es lo que solemos hacer.

Paciencia y recursos.

Sí, la innovación necesita fe, esperanza y recursos. No es un tema de caridad.

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