La muerte celular programada en plantas puede ayudar a hacer frente al aumento de necesidades alimentarias
La investigación en este ámbito permitirá obtener plantas más resistentes contra las plagas y frutos de mayor calidad. Gracias a las nuevas tecnologías no tendrán que ser transgénicas.
Redacción
La muerte celular programada (MCP) tiene un papel importante en la salud de las plantas con las implicaciones socioeconómicas que de ello se derivan. La investigación en MCP es un campo relativamente nuevo y permitirá obtener plantas más resistentes contra las plagas y, a largo plazo, producir frutos de mayor calidad y que duren más.
"Es necesario incrementar el esfuerzo en la investigación básica para lograr transformarla lo antes posible en aplicaciones prácticas", han afirmado Nuria Sánchez Coll y Marc Valls, investigadores del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) y líderes científicos de las jornadas B·Debate The death of plant cells: From proteases to field applications celebradas en Barcelona del 2 al 4 de octubre, donde han participado más de 50 expertos internacionales para debatir el estado actual de la investigación en este ámbito y las implicaciones y expectativas futuras en la industria y la agricultura.
Según las previsiones de las Naciones Unidas, dentro de 15 años la población habrá aumentado un 13% y, con ello, las necesidades alimenticias. Para poder abastecer a toda la población, es fundamental encontrar nuevas maneras de proteger las especies de mayor importancia alimenticia de las enfermedades y maximizar el rendimiento que se obtiene de sus cultivos.
La productividad en los campos de cultivo se puede ver radicalmente afectada en el caso de las plagas. Disponer de cultivos que no sólo crezcan mejor en condiciones saludables, sino que también sean capaces de luchar contra hongos y bacterias patógenas se ha convertido en una prioridad. La MCP es clave en esta lucha, ya que la planta se defiende de un ataque bacteriano o fúngico iniciando un programa de muerte celular en las células cercanas al foco de la infección, eliminando así los organismos y evitando su propagación por toda la planta. Entender cómo funcionan estos mecanismos a nivel molecular es vital para poder combatir de manera efectiva a las plagas.
La aparición de malas hierbas también puede disminuir la productividad de los cultivos de plantas para uso alimentario. Actualmente ya hay compañías farmacéuticas que están investigando en MCP para la obtención de herbicidas específicos. Su investigación consiste en buscar y estudiar las proteínas implicadas en los procesos de MCP en malas hierbas, para hacer herbicidas que ataquen directamente estas moléculas y eliminar así, de manera programada, estas plantas. A la industria productora de pesticidas le interesa que se haga investigación básica, precisamente, para poder conocer estas vías.
Obtención de frutos de mejor calidad y que duren más
Se sabe que el proceso en que el fruto se separa de la planta una vez está maduro está controlado por MCP. Todo el tiempo que el fruto se mantiene unido a la planta es tiempo en que ésta le suministra nutrientes, haciendo que salga más dulce y tenga mejor calidad. Según la doctora Sánchez Coll, "el hecho de conocer las vías de la MCP y poderlas activar e inhibir cuando uno quiera, permitiría controlar el tiempo de maduración del fruto". Un conocimiento más preciso del proceso de muerte celular programada puede conducir, pues, a la obtención de cosechas con una productividad más elevada.
Nuevas tecnologías para no trabajar con transgénicos
Para conseguir muchas de las mejoras antes mencionadas, es necesario modificar genéticamente las plantas. Hay que diferenciar lo que es un organismo modificado genéticamente (OMG) y un transgénico. Todos los transgénicos son organismos que han sido modificados genéticamente pero no todos los OMG son transgénicos. La diferencia radica en que estos últimos se les ha introducido un fragmento de ADN que no les es propio. Según la doctora Sánchez Coll "hubo un paro en la investigación en MCP, debido a que en Europa no se pueden hacer transgénicos". Hay nuevas técnicas para obtener plantas genéticamente modificadas no transgénicas. Se hace mutando un gen de la propia planta, sin introducir material genético foráneo. Esta técnica supone un nivel de invasión similar al que se produce en el cruce de variedades en la agricultura tradicional para obtener una planta más resistente.
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