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Pep Martorell

Director asociado del Barcelona Supercomputing Center


Después de haber estado al frente de la Dirección de Investigación de la Generalitat de Cataluña (2011-2015), el doctor en computer science Josep Maria Martorell vuelve ahora a sus orígenes académicos. Lo hace logrando la dirección asociada de un centro de excelencia como los que quiso potenciar también desde la Administración pública: el Barcelona Supercomputing Center.

 


Quisiera pasar a la historia como el único Director de Investigación de la Generalitat que se ha visto forzado a recortar presupuestos y cree en la moderación como factor esencial para la sostenibilidad. Pep Martorell tuvo que hacer frente a la peor crisis económica en un momento en que nuestro sistema de investigación se estaba consolidando y nuestra innovación entraba en la adolescencia. Ahora, dice, salimos fortalecidos y más eficientes que nunca. Pero hay que incentivar un sector lleno de oportunidades para dar el salto definitivo y llegar a los mercados.

 

¿Cuál es el estado de la investigación y la innovación catalana después de esta última crisis?

La crisis detuvo el crecimiento pero no ha provocado decrecimiento, lo que demuestra sobre todo la solidez de nuestras instituciones de investigación. Según el INE, el número de trabajadores en I+D en Cataluña es casi igual que antes de la crisis. Pero es cierto que hay más dificultades para conseguir fondos y desarrollar proyectos porque, por ejemplo, el Plan Nacional ha caído. Si la crisis realmente ha terminado en cuanto a dinero público en investigación, creo lo hemos conseguido superar con gran madurez. Si no, vamos a tener problemas. El sistema a casa nuestra saldrá reforzado porque ahora nuestras instituciones están en un punto de eficiencia total y todo el mundo ha trabajado para mantener la calidad. Haber superado esto con nota muy alta nos debería hacer pensar que no lo debemos seguir poniendo a prueba, porque el mundo de la investigación no se lo merece y porque tenemos que aprovechar la solidez para seguir adelante.

 

¿La crisis entró más tarde que en otros sectores? ¿Cómo ha afectado esto?

Siempre hay un gap entre cuándo empieza y acaba la crisis y cuándo lo nota la Administración. La administración siempre lo empieza a notar después pero también es la última en notar que se ha acabado. La década del 2000-2010 fue una gran década de apuesta por la investigación, el 2010-2015 supuso una caída muy brusca y ahora el sentido común dice que vienen años de subidas discretas, moderadas. Lo que hemos aprendido de los últimos 15 años es que para la ciencia es mejor un crecimiento moderado y predecible que grandes saltos presupuestarios que no se puedan consolidar. Pienso que esto sí se podrá hacer.

 

¿Somos ahora más eficientes y fuertes que hace 5 años? ¿Por qué?

Hemos tenido que ser más eficientes y hemos obtenido los mismos o mejores resultados con menos. Pero no hemos superado la crisis por ser más eficientes sino por la fuerza y ​​el entusiasmo de los investigadores. Debemos ser precavidos porque existe el peligro de caer en un discurso que correlacione recortar dinero y eficiencia.

 

Nuestro sistema de investigación tiene un enfoque claramente internacional. ¿En qué punto nos encontramos en comparación con el resto del mundo?

Los gobiernos catalanes han tenido claro que es más eficiente crear instituciones fuertes y políticas de atracción y retención de personal que una política de proyectos. Así colectas más fuera y, de hecho, te da más dinero del que has podido invertir tú inicialmente. Por eso nuestros grupos obtienen mejores resultados que los que tocaría por porcentaje de población. En investigación estamos en los primeros puestos europeos en números relativos, como Suiza, Israel, Holanda, Suecia,...

 

Es evidente que nuestra investigación interesa en Europa (las cifras del European Research Council, ERC, lo demuestran), ¿pero estamos llegando al mercado?

La cifra del ERC dice mucho sobre la apertura del sistema. Tenemos un número excepcional, singular, porque somos el número 2 de la UE en captación por habitante. Pero no estamos consiguiendo llegar al mercado y es difícil hacerlo sin tener competencias regulatorias, de mercado de competencia, fiscales y financieras. Nos faltan políticas agresivamente sensibles con la innovación porque ahora no hay deducciones fiscales que empujen a los particulares a invertir en start-ups, no hay muchas facilidades para crear compañías. Pero también hay que tener en cuenta que somos muy jóvenes. Hay países europeos que llegaron a nuestro estado de investigación actual hace 20 años. Démonos tiempo.

 

Como director general de Investigación de la Generalitat de Cataluña ha podido conocer en profundidad nuestro ecosistema emprendedor. ¿Cómo lo valora?

Entre las fortalezas se encuentran el sistema universitario público amplio y fuerte en calidad; una buena red de instituciones que están en la frontera del conocimiento y nos ponen en el mapa; un fuerte compromiso político y social para que la ciencia esté presente, y políticas continuistas a pesar de los cambios de color de los gobiernos.

Entre las debilidades hay una apuesta pública baja a pesar del esfuerzo hecho pero una apuesta privada aún más baja, seguramente porque el sector público no ha sabido arrastrar el privado. Además, nos falta masa crítica, tenemos grupos e instituciones que a nivel más local compiten muy bien pero hay pocas instituciones científicas que tengan una masa crítica comparable a sus homólogos internacionales. Quizás tenemos demasiados equipos jugando en la misma liga. En el informe de la OCDE de 2000 lo explicitaba así y decía que si se quería continuar avanzando deberían empezar procesos de masa crítica, de agregación institucional. Y se han ido produciendo. Ahora hay menos instituciones que hace cinco años, pero me queda la sensación que aún no es suficiente. Pero es difícil cambiar la dinámica de una institución, quizás desde la Administración no se ha ayudado todo lo que se tenía que ayudar. Durante los últimos años se han hecho procesos para ganar volumen porque en ciencia el tamaño también importa, pero diría que no es suficiente.

 

¿Qué hace falta para mejorar el ecosistema?

Tenemos buenas universidades, buenos centros de investigación y un entorno espectacular y la última milla que no acabamos de recorrer es este apoyo público para que la inversión privada incremente: una mejora regulatoria y del tratamiento fiscal, facilidad para crear compañías y crear colaboraciones público-privadas. En el ecosistema le faltan incentivos desde el sector público que a la larga te aportan dinero.

 

¿Cuáles son las iniciativas más interesantes que ha visto en otros ecosistemas del mundo?

En Israel, a los 80, cuando estaban en una situación muy similar a la nuestra, crearon el Yozma, un fondo de capital riesgo que fue polémico porque cedía la gestión a alguien de fuera y porque en el momento en que se pudiera se comprometía a salir del fondo sin aportarse plusvalía de lo que había invertido. Financió proyectos de alto riesgo que un privado solo no hubiera hecho nunca y ahora de 100 millones han pasado a 2.000. Es un ejemplo que no quiere ser categoría pero ahora el CDTI y el ICF también lo están haciendo.

 

¿Qué hubiera querido hacer al frente de Investigación que finalmente no haya podido hacer?

Mi balance es satisfactorio pero me queda pesar por no haber podido hacer entender al resto de la Administración que el control del dinero público en ciencia debe ser posterior y siempre contra resultados. Si dejas libertad a los científicos dentro de un orden y luego se piden resultados, la productividad de este dinero público es mayor que si se audita desde el inicio.

 

¿Hacia dónde cree que debe ir la estrategia en ciencias de la vida y la salud de Cataluña en los próximos años?

Tenemos grandes retos como la continuidad de los principios básicos de apertura, la internacionalización, la captación de talento y la libertad de los científicos y académicos. Asimismo, hay que acercarse a la innovación con los cambios que sean necesarios y tenemos que volver a aumentar presupuestos.

 

Ahora tiene por delante otro reto profesional como director asociado del Barcelona Supercomputing Center (BSC). ¿Cómo lo afronta?

Estoy muy contento. Yo hice Física pero me doctoré en computer science, hice gestión académica de investigación en estos ámbitos y, por tanto, el retorno al mundo académico para mí es normal. Además lo hago en una institución singular y extremadamente sólida, con un liderazgo científico muy fuerte, muy internacionalizada y con una misión muy clara y compleja porque es un centro de servicios en una tecnología y un centro de investigación en esta tecnología ... El reto, y el vértigo que siento, es venir a una institución con tan buena salud porque en cualquier cosa que impulsamos debemos mejorar algo que ya es muy bueno, pero estoy muy ilusionado.

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