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Redacción

El laboratorio de Química Combinatoria del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) ha sintetizado una sustancia que, en concentraciones muy pequeñas, evita que se reproduzcan las bacterias resistentes a los antibióticos. Su estructura se ha certificado a partir de la baringolina, una molécula proveniente de un microorganismo de la costa de Alicante. Este microorganismo había sido previamente aislado por la farmacéutica BioMar, que ha participado en la investigación.

Los resultados del estudio permiten entender mejor el funcionamiento de esta sustancia, abren la puerta a extraer derivados y suponen "el primer paso hacia la consecución de un fármaco futuro" según el Dr. Fernando Albericio, jefe del equipo y catedrático de la Universitat de Barcelona (UB). La investigación se ha publicado en Angewandte Chemie, la revista científica en química por excelencia.

El doctorando del IRB Barcelona, Xavier Just-Baringo, ha estudiado durante cuatro años la composición estructural de la baringolina y ha hecho su reconstrucción en el laboratorio como si se tratara de un puzle de átomos en tres dimensiones con múltiples posibilidades de encaje. Los investigadores ya tienen por síntesis orgánica la molécula natural a punto y varios análogos para estudiar la actividad biológica y mejorar las propiedades farmacológicas y farmacocinéticas. En colaboración con el Departamento de Farmacología del Hospital Clínic de Barcelona testarán los análogos en cuatro cepas diferentes de bacterias.

El descubrimiento es relevante porque supone un avance contra los organismos resistentes a los antibióticos, que obligan a las farmacéuticas a buscar nuevos antibióticos continuamente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la aparición de resistencias se ve favorecida por el abuso en el consumo de los antibióticos. Desde hace unos treinta años, las empresas han descubierto que el fondo marino produce muchas sustancias que pueden acabar convirtiéndose en fármacos. Tal y como han explicado los científicos implicados en la investigación, "reproducir en el laboratorio productos de la naturaleza tiene una doble justificación. Una es medioambiental, para proteger las especies que albergan las sustancias de interés farmacológico. Y la otra, es comercial, ya que producir un medicamento a gran escala sólo es viable si está garantizado su desarrollo industrial".

El IRB Barcelona ha presentado el estudio en junio, que ha resultado ser un mes muy importante para el centro: además de la síntesis de la baringolina, también ha anunciado su participación en un proyecto europeo de 6 millones de euros para investigar el envejecimiento de las células madre y ha informado de un avance pionero en nanoingeniería química en colaboración con el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC).

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Más información en el web del IRB Barcelona.

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